lunes, enero 08, 2007

SANTO TOMÁS:


VIDA DE STO. TOMÁS DE AQUINO
Tomás de Aquino, hijo del conde de Aquino, nació cerca de Ñapóles en el castillo de Roccasecca, a fines del año 1224 o principios de 1225. Tras es­tudiar en la abadía benedictina de Monte Cassino, ingresó a los catorce años en la Universidad de Ñapóles. A los veinte ingresó en la orden de los dominicos, contra la voluntad de su fa­milia. Viajó a París, en cuya univer­sidad se hizo discípulo de Alberto Magno (1206-1280), profesor erudito de vastos conocimientos, que intentó compatibilizar la obra de Aristóteles con el cristianismo. Comprendió ple­namente el espíritu aristotélico y supo ver que no era necesario rechazar una ciencia muy superior a la cristiana por el hecho de que ambas chocaran en ciertos puntos, sino que bastaba con reinterpretarla,para lo cual era necesa­rio primero conocerla. Alberto Magno proporcionó a Tomás de Aquino todos sus comentarios a las obras de Aristó­teles y, así, éste pudo centrarse en la labor interpretativa.
Tras viajar a Colonia con su maestro, Tomás de Aquino volvió a París en 1252 y continuó sus estudios hasta que se licenció y ocupó una cátedra. Allí permaneció hasta el año 1259 en el que inició un peregrinaje de nueve años por distintos centros de estudios, que terminó con su retorno a París, donde enseñó hasta el año 1272, en medio de disputas con averroístas y agustinianos, acusado por los primeros de falsificar a Aristóteles y por los segundos de co­meter herejía.
Murió el 7 de marzo de 1274, a los 49 años, en pleno viaje a Lyon, donde había sido llamado por el papa Grego­rio X para tomar parte en un concilio.
Las obras más importantes son: La Summa Theologica y la Summa contra Gentiles

Filosofía y teología: Interrelación entre FE y RAZÓN
Para estudiar a santo Tomás de Aquino es necesario partir del hecho de que es, ante todo, un teólogo. Si le interesa la filosofía es porque la considera útil para la salvación. Su confianza en el poder de la razón queda patente en su admiración y compromiso con la filosofía aristo­télica, pero como teólogo reconoce que hay un ámbito no accesible a la razón: se trata del ámbito de lo sobrenatural, que sólo es alcanza­do por la fe. Por eso, el tomismo supone un esfuerzo por integrar la Filosofía en la Teología.


La teoría tomista de la razón y la fe supone un replanteamiento del problema. Siguiendo a Aristóteles, considera que nuestro conoci­miento parte de los sentidos, lo que implica que el objeto de nuestro entendimiento son las realidades sensibles materiales.
Del hecho de seguir a Aristóteles en su concepción del conocimiento se derivan dos consecuencias importantes:
a) La Filosofía ha de construirse partiendo de las realidades sensi­bles, de arriba abajo. La Filosofía se ocupa de verdades accesibles a la razón humana y su alcance es limitado. Los filósofos parten en sus investigaciones del mundo de la experiencia, de los seres creados, y proceden a elevarse, en la medida de lo posible, hasta Dios.
b) La idea que el hombre tiene de Dios ha de ser, por fuerza, incom­pleta. El único conocimiento racional que se puede alcanzar de Dios es indirecto, a través de las criaturas.
Es así que la razón es limitada en lo que al conocimiento de ciertas realidades se refiere. La fe, por otro lado, nos proporciona noticias más allá de estos límites respecto a la naturaleza de Dios, el destino, etcétera. Esta información la recibimos por revelación divina.
En la Summa theologica define la Teología como la doctrina de la revelación; su materia es la palabra de Dios, y su fundamento, la fe. Por la fe se alcanza el ámbito de lo sobrenatural, más allá de los límites humanos. Al contrario que el filósofo, el teólogo parte de Dios y avanza hacia las criaturas. Los principios de la Teología son los artículos de fe que, siendo evidentes para Dios, no lo son para los hombres. Es así que la razón natural puede ponerse al servicio de la fe.

VÍAS PARA DEMOSTRAR RACIONALMENTE LA EXISTENCIA DE DIOS
Las cinco pruebas tienen una estructura similar:
• Constatación de un hecho de experiencia. «
• Aplicación del principio de causalidad.
• Afirmación de la imposibilidad de una sucesión infinita de causas, es decir, de una serie de causas sin principio.
» Conclusión que muestra la necesidad de una causa primera, que es Dios.
Veamos cuáles son las vías:
• Primera: la vía del movimiento. Es innegable, pues consta por el testimonio de los sentidos, que las cosas del mundo se mue­ven. Todo movimiento tiene una causa exterior a él mismo, ya que nada puede ser a la vez el motor y la cosa movida. Pero, si lo que mueve a algo necesita, a su vez, un tercero que lo mueva y así indefinidamente, tendríamos una cadena infinita de moto­res movidos, lo cual es imposible. Es necesario un primer motor inmóvil que no sea movido por nadie, y éste es al que todos lla­man Dios.
• Segunda: la vía de la causa eficiente. En el mundo ninguna cosa puede ser causa de sí misma y efecto a la vez, pues la causa es an­terior al efecto. Toda causa está causada, pero no es posible una cadena infinita de causas eficientes, pues si no hay una primera causa no existen las demás. Así pues, es necesaria una primera causa eficiente, que es Dios. Esta vía, también aristotélica, exige una aclaración. Las causas, según Aristóteles, están ordenadas jerárquicamente. Es posible una cadena infinita de causas del mismo orden (un hombre engendra a otro y así, sucesivamente, hasta el infinito). Pero la causa de la forma de ese hombre perte­nece a una serie de causas de distinto grado y es ésta la cadena que no puede ser infinita.
• Tercera: la vía de lo posible o contingente. Todos los seres de la realidad existen, pero podrían no existir, pues son contingentes. Puesto que lo contingente no tiene en sí mismo la explicación de su existencia, si todos los seres fueran contingentes, no existiría nada. Es, pues, forzoso que exista un ser necesario: Dios. Esta vía parece tener su origen en Maimónides y Avicena. Estas tres vías constituyen formas distintas de exponer lo que luego se denominó argumento o prueba cosmológica.
• Cuarta: la vía de los grados de perfección. En la naturaleza hay seres buenos, verdaderos, nobles, etc. Para que pueda hablarse de un más o un menos en la perfección de los seres es necesario que haya un ser perfecto que haga posible la comparación: Dios. El fundamento de esta vía es más platónico que aristotélico en tanto que supone que los valores de los seres participan de la suma per­fección de Dios.
• Quinta: la vía del gobierno del mundo. Todos los seres irraciona­les o carentes de conocimiento tienden a un fin. Esto sólo es posi­ble si alguien los dirige, a la manera como el arquero dirige la fle­cha. Luego tiene que existir un ser inteligente que dirija todas las cosas: Dios. El propio Tomás de Aquino sitúa el origen de esta vía en Juan Damasceno, aunque ya había sido utilizada por los estoi­cos y era muy común en el cristianismo. Esta prueba se llamará en el siglo xvm prueba teológica.