miércoles, noviembre 29, 2006

SAN AGUSTÍN: Vida y obras

San Agustín (354-430):
Evolución vital e intelectual

San Agustín nació en la ciudad africana de Tagaste, en la provincia ro­mana de Numidia, en el año 354. De padre pagano y madre cristiana, recibió una intensa formación al modo latino: en su ciudad se inició en la lectura y en la escritura y, posteriormente, en Madaura primero y en Cartago después, en la gramática y en la retórica. Siendo aún un joven de 19 años, fue de capital importancia para su formación, como queda reflejado en las Confesiones, de carácter autobiográfico, la lec­tura del libro hoy perdido de Cicerón, Hortensia, que imprimió en su inquieta personalidad la creencia en la posibilidad de alcanzar la ver­dad y la sabiduría y que le llevó al maniqueísmo, doctrina que aban­donaría años más tarde, siendo ya profesor en Roma, seducido por los contenidos escépticos de la Nueva Academia. En el año 384 se trasladó a Milán para ocupar una cátedra de Retórica y allí entró en contacto con san Ambrosio, que le ayudó a comprender que en las Escrituras el sentido espiritual se oculta bajo el sentido literal. En esta época se dedicó al estudio de los tratados platónicos, así como, probablemente, de las Enneadas de Plotino, que le proporcionarían la base filosófica para abordar problemas teológicos y relativos a la ver­dad y el dogma.
Estos acontecimientos desencadenaron una profunda transforma­ción en la vida de san Agustín que culminaría con su conversión al cristianismo en el verano del año 386 y su posterior bautizo a manos del propio san Ambrosio. Su conversión desempeñaría un papel sig­nificativo en los diferentes aspectos de su dimensión humana: su in­greso en la Iglesia católica puso fin a los capítulos más veleidosos y disipados de su biografía a cambio de lo cual adoptó un rígido asce­tismo, redefinió su posición y su actividad ante la sociedad y reformuló en consecuencia las bases de su pensamiento. Las nuevas direc­trices que comenzaron a regir su vida condicionaron lógicamente su labor vital y especulativa llevándolo a desempeñar una intensa y afa­nosa práctica en el seno de la Iglesia, primero como sacerdote y desde el año 395 como obispo de Hipona. Hasta el momento de su muerte, sucedida en Hipona en el año 430 durante el asedio de la ciudad por los vándalos, desarrolló una vasta tarea apologética aclarando los principios de fe, combatiendo duramente las herejías y configurando los pilares del pensamiento filosófico cristiano. Entre el amplio aba­nico de sus escritos cabe destacar "Las confesiones", "La ciudad de Dios", su obra capital escrita entre los años 413 y 426, en la que se sintetizó su pensamiento filosófico, teológico y político, así como numerosos tratados entre los que podría citarse Sobre la Trinidad o Sobre la religión verdadera. .