SAN AGUSTÍN: La patrística
LA PATRÍTICA: Definición
Aunque es también un concepto literario, en filosofía se entiende por Patrística el periodo de actividad intelectual centrada en determinadas cuestiones teológicas (la relación fe y ciencia, el conocimiento de Dios, la creación, etc.) llevada a cabo a partir de los primeros siglos de la era cristiana por los Padres de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente. Se consideran Padres de la Iglesia aquellos que presentan cuatro características: ortodoxia doctrinal, santidad de vida, aprobación por parte de las autoridades de la Iglesia y una cierta antigüedad que abarcaría aproximadamente hasta el siglo XII.
El conjunto de obras de los primeros Padres fue escrito en dos lenguas distintas y en dos zonas diferentes: en Oriente se usa el griego y en Occidente, el latín, lo cual originó la distinción entre Padres griegos y Padres latinos, entre ellos, san Agustín.
El periodo patrístico termina en Occidente en el siglo VI con san Gregorio y san Isidoro de Sevilla (560-636) y en Oriente en el siglo VII, con Juan Damasceno (674-749).
Los Padres de la Iglesia
En el siglo II de la era cristiana comenzaron a percibirse los primeros síntomas de decadencia del Imperio Romano y en el siglo m se produjo una profunda crisis. En este contexto vivieron los primeros cristianos, en su gran mayoría de estratos sociales bajos y con unos valores y un modo de vida diferente, por lo que se los consideraba «raros» y se los miraba con recelo. En esta época surgieron movimientos contrarios a los cristianos a los que se culpaba de la hostilidad de los dioses hacia el Imperio. Dichos movimientos se convirtieron en los siglos III y IV en persecuciones de las que las más terribles fueron las del emperador Diocleciano.
Sin embargo, el cristianismo en esta época ya estaba demasiado extendido, por lo que el emperador Constantino promulgó en el año 313 el Edicto de Milán, por el cual se concedía la libertad a todo aquel que practicase el cristianismo. En el año 325, el Concilio de Nicea fijó el dogma cristiano y en el 392, una vez descubierto el potencial político del cristianismo como idea aglutinadora que sustituye a la de Imperio, Teodosio lo impuso como religión protegida por el Estado.
Esta hostilidad de la que en un principio fue víctima el cristianismo dio lugar a que un conjunto de pensadores cristianos, los Padres apologistas o apologetas, se dedicasen a lo largo de los siglos I y II a escribir alegatos jurídicos en defensa del derecho legal del cristianismo. Estos escritos, dirigidos a los emperadores, se llamaron apologías y, aunque utilizan expresiones filosóficas, sus autores no son filósofos ni pretenden exponer sistemas filosóficos. Las primeras apologías se escribieron en griego y, entre ellas, las dos más antiguas son las de Quadrato (año 125) y la de Arístides, que data del año 140.
Aunque es también un concepto literario, en filosofía se entiende por Patrística el periodo de actividad intelectual centrada en determinadas cuestiones teológicas (la relación fe y ciencia, el conocimiento de Dios, la creación, etc.) llevada a cabo a partir de los primeros siglos de la era cristiana por los Padres de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente. Se consideran Padres de la Iglesia aquellos que presentan cuatro características: ortodoxia doctrinal, santidad de vida, aprobación por parte de las autoridades de la Iglesia y una cierta antigüedad que abarcaría aproximadamente hasta el siglo XII.
El conjunto de obras de los primeros Padres fue escrito en dos lenguas distintas y en dos zonas diferentes: en Oriente se usa el griego y en Occidente, el latín, lo cual originó la distinción entre Padres griegos y Padres latinos, entre ellos, san Agustín.
El periodo patrístico termina en Occidente en el siglo VI con san Gregorio y san Isidoro de Sevilla (560-636) y en Oriente en el siglo VII, con Juan Damasceno (674-749).
Los Padres de la Iglesia
En el siglo II de la era cristiana comenzaron a percibirse los primeros síntomas de decadencia del Imperio Romano y en el siglo m se produjo una profunda crisis. En este contexto vivieron los primeros cristianos, en su gran mayoría de estratos sociales bajos y con unos valores y un modo de vida diferente, por lo que se los consideraba «raros» y se los miraba con recelo. En esta época surgieron movimientos contrarios a los cristianos a los que se culpaba de la hostilidad de los dioses hacia el Imperio. Dichos movimientos se convirtieron en los siglos III y IV en persecuciones de las que las más terribles fueron las del emperador Diocleciano.
Sin embargo, el cristianismo en esta época ya estaba demasiado extendido, por lo que el emperador Constantino promulgó en el año 313 el Edicto de Milán, por el cual se concedía la libertad a todo aquel que practicase el cristianismo. En el año 325, el Concilio de Nicea fijó el dogma cristiano y en el 392, una vez descubierto el potencial político del cristianismo como idea aglutinadora que sustituye a la de Imperio, Teodosio lo impuso como religión protegida por el Estado.
Esta hostilidad de la que en un principio fue víctima el cristianismo dio lugar a que un conjunto de pensadores cristianos, los Padres apologistas o apologetas, se dedicasen a lo largo de los siglos I y II a escribir alegatos jurídicos en defensa del derecho legal del cristianismo. Estos escritos, dirigidos a los emperadores, se llamaron apologías y, aunque utilizan expresiones filosóficas, sus autores no son filósofos ni pretenden exponer sistemas filosóficos. Las primeras apologías se escribieron en griego y, entre ellas, las dos más antiguas son las de Quadrato (año 125) y la de Arístides, que data del año 140.
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