miércoles, noviembre 29, 2006

SAN AGUSTÍN: La patrística

LA PATRÍTICA: Definición

Aunque es también un concepto literario, en filosofía se entiende por Patrística el periodo de actividad intelectual centrada en determina­das cuestiones teológicas (la relación fe y ciencia, el conocimiento de Dios, la creación, etc.) llevada a cabo a partir de los primeros siglos de la era cristiana por los Padres de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente. Se consideran Padres de la Iglesia aquellos que pre­sentan cuatro características: ortodoxia doctrinal, santidad de vida, aprobación por parte de las autoridades de la Iglesia y una cierta an­tigüedad que abarcaría aproximadamente hasta el siglo XII.
El conjunto de obras de los primeros Padres fue escrito en dos len­guas distintas y en dos zonas diferentes: en Oriente se usa el griego y en Occidente, el latín, lo cual originó la distinción entre Padres grie­gos y Padres latinos, entre ellos, san Agustín.
El periodo patrístico termina en Occidente en el siglo VI con san Gregorio y san Isidoro de Sevilla (560-636) y en Oriente en el siglo VII, con Juan Damasceno (674-749).

Los Padres de la Iglesia

En el siglo II de la era cristiana comenzaron a percibirse los prime­ros síntomas de decadencia del Imperio Romano y en el siglo m se produjo una profunda crisis. En este contexto vivieron los primeros cristianos, en su gran mayoría de estratos sociales bajos y con unos valores y un modo de vida diferente, por lo que se los consideraba «raros» y se los miraba con recelo. En esta época surgieron movi­mientos contrarios a los cristianos a los que se culpaba de la hostili­dad de los dioses hacia el Imperio. Dichos movimientos se convirtie­ron en los siglos III y IV en persecuciones de las que las más terribles fueron las del emperador Diocleciano.
Sin embargo, el cristianismo en esta época ya estaba demasiado ex­tendido, por lo que el emperador Constantino promulgó en el año 313 el Edicto de Milán, por el cual se concedía la libertad a todo aquel que practicase el cristianismo. En el año 325, el Concilio de Nicea fijó el dogma cristiano y en el 392, una vez descubierto el po­tencial político del cristianismo como idea aglutinadora que susti­tuye a la de Imperio, Teodosio lo impuso como religión protegida por el Estado.
Esta hostilidad de la que en un principio fue víctima el cristianismo dio lugar a que un conjunto de pensadores cristianos, los Padres apo­logistas o apologetas, se dedicasen a lo largo de los siglos I y II a escribir alegatos jurídicos en defensa del derecho legal del cristia­nismo. Estos escritos, dirigidos a los emperadores, se llamaron apo­logías y, aunque utilizan expresiones filosóficas, sus autores no son filósofos ni pretenden exponer sistemas filosóficos. Las primeras apo­logías se escribieron en griego y, entre ellas, las dos más antiguas son las de Quadrato (año 125) y la de Arístides, que data del año 140.