ARISTÓTELES: ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
ETICA ARISTOTÉLICA : El Sumo Bien
Aristóteles, como heredero de las discusiones que se mantenían en la Academia platónica, se pregunta, como su maestro, qué es lo bueno para el hombre, cuál es el fin supremo de sus actos. Todo el mundo parece coincidir en que el fin último de las acciones humanas es conseguir la felicidad (eudaimonía), puesto que la felicidad se busca por sí misma, mientras que las demás cosas se buscan para intentar conseguirla a ella. Pero cuando se intenta determinar en qué consiste esta felicidad, surgen diferencias entre los filósofos y no llegan a ningún acuerdo: unos creen que en el placer, otros que en la vida contemplativa, etcétera.
Para responder a esta pregunta, Aristóteles recurre a su teoría de la naturaleza: el bien de cada cosa, su felicidad, consiste en la realización de la función que le es propia, es decir, está determinada por su esencia. De esta forma, también el hombre será feliz en la medida en que desempeñe la función que le corresponde. Al grado de excelencia que los seres alcancen en el cumplimiento de sus funciones Aristóteles lo llama virtud (arete). La ética de Aristóteles es, pues, esencialmente finalista y eudemonista.
Dada la variedad de acciones humanas, orientadas todas ellas hacia la consecución de algún bien, Aristóteles quiere averiguar cuál de ellos puede ser considerado como el Bien supremo, a fin de saber cuál debe ser el fin orientador de la vida del hombre.
» El Bien supremo debe ser perfecto, definitivo y suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre.
* Debe buscarse por sí mismo y no en orden a conseguir otro bien cualquiera.
• Debe consistir en la actividad propia y más elevada del hombre en cuanto tal.
« Debe hacer al hombre bueno.
Aristóteles, como heredero de las discusiones que se mantenían en la Academia platónica, se pregunta, como su maestro, qué es lo bueno para el hombre, cuál es el fin supremo de sus actos. Todo el mundo parece coincidir en que el fin último de las acciones humanas es conseguir la felicidad (eudaimonía), puesto que la felicidad se busca por sí misma, mientras que las demás cosas se buscan para intentar conseguirla a ella. Pero cuando se intenta determinar en qué consiste esta felicidad, surgen diferencias entre los filósofos y no llegan a ningún acuerdo: unos creen que en el placer, otros que en la vida contemplativa, etcétera.
Para responder a esta pregunta, Aristóteles recurre a su teoría de la naturaleza: el bien de cada cosa, su felicidad, consiste en la realización de la función que le es propia, es decir, está determinada por su esencia. De esta forma, también el hombre será feliz en la medida en que desempeñe la función que le corresponde. Al grado de excelencia que los seres alcancen en el cumplimiento de sus funciones Aristóteles lo llama virtud (arete). La ética de Aristóteles es, pues, esencialmente finalista y eudemonista.
Dada la variedad de acciones humanas, orientadas todas ellas hacia la consecución de algún bien, Aristóteles quiere averiguar cuál de ellos puede ser considerado como el Bien supremo, a fin de saber cuál debe ser el fin orientador de la vida del hombre.
» El Bien supremo debe ser perfecto, definitivo y suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre.
* Debe buscarse por sí mismo y no en orden a conseguir otro bien cualquiera.
• Debe consistir en la actividad propia y más elevada del hombre en cuanto tal.
« Debe hacer al hombre bueno.
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