domingo, noviembre 05, 2006

FÍSICA: EL MOVIMIENTO

EL MOVIMIENTO: El primer motor

Uno de los principios fundamentales de la Física de Aristóteles es que para que un cuerpo se mueva o cambie, para que exista un paso de la potencia al acto, es necesario que otra cosa produzca dicho mo­vimiento, es decir, que un motor ponga en marcha el proceso de cam­bio. Pero este principio, que todo lo que se mueve es movido por otro, implica una cadena infinita de motores movidos que no darían una razón última del cambio. Para cortar esta cadena infinita Aristóteles recurre a otro principio metafísico: el primer motor inmóvil, capaz de mover sin que, a su vez, necesite ser movido y que es la explicación última de todos los movimientos, de todos los cambios.

Las pruebas de la existencia del primer motor a las que se remite Aristóteles son las siguientes:
» El orden del mundo. El mundo es un todo ordenado, por lo que ne­cesita de un principio ordenador.
Los grados de perfección de los seres. Donde existen seres más y menos perfectos ha de existir un ser perfectísimo al que podría lla­marse Dios.
• La experiencia psicológica. Aristóteles afirmaba que la idea de Dios provenía de dos fuentes muy diferentes: de las experiencias de la vida psíquica y de la contemplación de los cuerpos celestes.
« La existencia del movimiento. Debe existir un principio supremo que explique el movimiento de los seres naturales.

En la Física, el primer motor es inmanente al universo y forma parte de él. El primer motor está unido al primer móvil como alma y cuerpo o como materia y forma, y es inmóvil, activo e inteligente.

En la Metafísica, Aristóteles se propone demostrar que existe un principio separado, inmóvil, eterno e incorruptible. Dado que en las cosas existe un movimiento de generación y de corrupción, ha de existir un principio primero, inmaterial, acto puro, sin mezcla de po­tencialidad, que sea la causa del movimiento y que obre de modo continuo y uniforme. De no ser así las sustancias no existirían. El pri­mer motor, acto puro, definido por el propio Aristóteles como «pen­samiento del pensamiento» es el principio metafísico complementario de la materia pura, mencionada anteriormente. Este concepto de acto puro y de motor inmóvil sería recuperado más tarde por el cristia­nismo, principalmente por Tomás de Aquino.