LOS SOFISTAS
LA REFLEXIÓN SOBRE EL SER HUMANO
LOS SOFISTAS: Los primeros antropólogos
Una sociedad democrática y culta como la ateniense exige que los ciudadanos sean capaces de participar de forma activa en la polis (sean "políticos"). Pero la actividad política va íntimamente ligada a la oratoria, a la capacidad de expresarse de forma convincente. Dicho de otra manera, la democracia solo se sustenta si hay líderes que la conduzcan e impongan su criterio, no por la fuerza (tiranía) ni por dinero (oligarquía), sino por la convicción. Esto implica la necesidad de educar a los futuros gobernantes, a aquellos que sean capaces de dirigir a sus conciudadanos. En este ambiente surge un grupo particular de educadores que desarrolla su actividad pedagógica y educativa de manera profesional e individual: los sofistas (término que etimológicamente significa "sabio"). Su preocupación no es solo transmitir una "técnica" de hablar (oratoria), sino una "formación integral" de la persona: un bagaje de conocimientos, una visión de la vida y del hombre y una arete política.
El método dialéctico. Etimológicamente, "dialéctica" significa el arte de hablar, el arte de utilizar el lenguaje. Refiriéndose a los sofistas, Platón dice que la dialéctica es el arte de convertir un argumento débil en un argumento persuasivo. Los sofistas parten de observaciones empíricas referentes, no ya al estudio de la Naturaleza como los primeros filósofos, sino a la forma de vivir y actuar de las personas y de los pueblos. Estas observaciones ponen de manifiesto que el "respeto a la ley", principal fundamento de la vida política, no es un principio inamovible. Las constituciones, en el fondo, son convencionales, están formuladas por acuerdo entre los ciudadanos o por imposición. Pero no hay una "ley universal" que rige los destinos de las ciudades. De hecho, analizando las diferentes constituciones, se aprecia que no hay principios fijos, que en la formulación de las leyes rige "la ley del más fuerte". De ahí la necesidad de enseñar esta capacidad dialéctica para poder destacar.
Su manera de entender la educación se relaciona estrechamente con el concepto de "cultura". Se trata de un desarrollo del individuo, de un "cultivo" de habilidades y cualidades para "saber vivir" en la sociedad concreta en la que está ubicada la persona. Protágoras entiende la paideia como un proceso que precisa de la enseñanza, del adoctrinamiento y del ejercicio. En la vida política, normalmente ninguna persona incumple las leyes del Estado a la vista de la gente, y si eso ocurre, ha de ser corregido y castigado. Hay un proceso de imitación en la vida social por el que se van transmitiendo los comportamientos que son "políticamente correctos". La educación se refiere, pues, a este cultivo del espíritu humano que le hace apto, no solo para vivir en sociedad, sino simplemente para vivir y desarrollarse.Los principios teóricos. Protágoras dice, en un conocido fragmento, que "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son" (DK 80 B 1). Con ello pone de manifiesto la centralidad del hombre en el proceso de construcción y de comprensión de la realidad; pero sobre todo en los principios de conducta y actuación. El "hombre" puede comprenderse de una manera genérica: es la humanidad la que se dicta a sí misma las leyes y normas. Y también en un sentido particular: es el individuo concreto, la persona individual, el principio ("medida") de todo. Notemos el giro en el pensamiento: ya no es la ley universal el principio regulador de la Naturaleza y de la vida del hombre y de las ciudades, cuyas leyes son "reflejo" de esa ley inmutable. Ahora es el hombre.
LOS SOFISTAS: Los primeros antropólogos
Una sociedad democrática y culta como la ateniense exige que los ciudadanos sean capaces de participar de forma activa en la polis (sean "políticos"). Pero la actividad política va íntimamente ligada a la oratoria, a la capacidad de expresarse de forma convincente. Dicho de otra manera, la democracia solo se sustenta si hay líderes que la conduzcan e impongan su criterio, no por la fuerza (tiranía) ni por dinero (oligarquía), sino por la convicción. Esto implica la necesidad de educar a los futuros gobernantes, a aquellos que sean capaces de dirigir a sus conciudadanos. En este ambiente surge un grupo particular de educadores que desarrolla su actividad pedagógica y educativa de manera profesional e individual: los sofistas (término que etimológicamente significa "sabio"). Su preocupación no es solo transmitir una "técnica" de hablar (oratoria), sino una "formación integral" de la persona: un bagaje de conocimientos, una visión de la vida y del hombre y una arete política.
El método dialéctico. Etimológicamente, "dialéctica" significa el arte de hablar, el arte de utilizar el lenguaje. Refiriéndose a los sofistas, Platón dice que la dialéctica es el arte de convertir un argumento débil en un argumento persuasivo. Los sofistas parten de observaciones empíricas referentes, no ya al estudio de la Naturaleza como los primeros filósofos, sino a la forma de vivir y actuar de las personas y de los pueblos. Estas observaciones ponen de manifiesto que el "respeto a la ley", principal fundamento de la vida política, no es un principio inamovible. Las constituciones, en el fondo, son convencionales, están formuladas por acuerdo entre los ciudadanos o por imposición. Pero no hay una "ley universal" que rige los destinos de las ciudades. De hecho, analizando las diferentes constituciones, se aprecia que no hay principios fijos, que en la formulación de las leyes rige "la ley del más fuerte". De ahí la necesidad de enseñar esta capacidad dialéctica para poder destacar.
Su manera de entender la educación se relaciona estrechamente con el concepto de "cultura". Se trata de un desarrollo del individuo, de un "cultivo" de habilidades y cualidades para "saber vivir" en la sociedad concreta en la que está ubicada la persona. Protágoras entiende la paideia como un proceso que precisa de la enseñanza, del adoctrinamiento y del ejercicio. En la vida política, normalmente ninguna persona incumple las leyes del Estado a la vista de la gente, y si eso ocurre, ha de ser corregido y castigado. Hay un proceso de imitación en la vida social por el que se van transmitiendo los comportamientos que son "políticamente correctos". La educación se refiere, pues, a este cultivo del espíritu humano que le hace apto, no solo para vivir en sociedad, sino simplemente para vivir y desarrollarse.Los principios teóricos. Protágoras dice, en un conocido fragmento, que "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son" (DK 80 B 1). Con ello pone de manifiesto la centralidad del hombre en el proceso de construcción y de comprensión de la realidad; pero sobre todo en los principios de conducta y actuación. El "hombre" puede comprenderse de una manera genérica: es la humanidad la que se dicta a sí misma las leyes y normas. Y también en un sentido particular: es el individuo concreto, la persona individual, el principio ("medida") de todo. Notemos el giro en el pensamiento: ya no es la ley universal el principio regulador de la Naturaleza y de la vida del hombre y de las ciudades, cuyas leyes son "reflejo" de esa ley inmutable. Ahora es el hombre.
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